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http://pantera-desdemibuhardilla.blogspot.com/2010/10/mujeres-maltratadas_20.html |
Son cerca de las 6 de la mañana. Paula lleva en vela buena parte de la noche, esperando que llegue su esposo, Óscar. Tiene dos meses de embarazo y la certeza de que él la engaña. Por eso espera en el living. A que vuelva a casa, en el auto que es de ella. A que le explique su retraso, pese a que le dijo que esa noche llegaba temprano. A la conversación que él le prometió cuando lo llamó hace tres horas y él le pidió que no volviera a molestarlo.
Espera una explicación. Una muy buena.
Las luces danzan en las ventanas del primer piso mientras él se estaciona. La chapa de la puerta de calle rechina con las llaves. Ella prende la luz y lo sorprende. Él pone cara de poker. El juego se llama “No tengo nada que explicar, estoy cansado y me voy a dormir”, pero ella no respeta las reglas. Y pregunta. Óscar le dice que no tiene por qué responder a sus preguntas, y la hora a la que llegue es cosa de él. No es respuesta para Paula. Ella necesita saber/confirmar sus sospechas/obtener una confesión. Y presiona, insistiendo en una explicación.
No espera la rapidez de Óscar. Un parpadeo y sus manos la agarran por el pelo. Sus ojos ven el suelo, y nada más. Y ahí Paula siente la primera patada. Y la segunda. Y la tercera. Pierde la cuenta. El universo se transforma en puños, nudillos y zapatos en una coreografía de dolor. Alguien le grita a Óscar que pare, por favor. Luego se da cuenta que es ella quien está gritando. Aullando. Chillando. Llorando. Su cuerpo es un sólo nervio azotado por la fuerza bruta. La arrastra, y ella se asombrará luego de que su pelo haya resistido quedarse en su lugar.
Logra zafarse y su rodilla da directo en la entrepierna de Óscar. La furia se calma un momento, pero la tormenta vuelve a arreciar. La noche termina con ella encerrada en el closet. Sola. Para que lo piense y no vuelva a hacer preguntas.
Se queda a oscuras con sus síntomas de pérdida. Cuando la saca, sus glúteos están empezando a amoratarse. Él ve el sangramiento y se pone a llorar y le pide de rodillas que lo perdone. No hay denuncias...
La primera vez que se usó la palabra femicidio fue en 1801, en Inglaterra. Hacia 1848, apareció en un diccionario legal, lo cual sugiere que se trataba de un hecho punible. Pero su uso moderno recién comenzó en 1976, cuando la feminista Diana Russel lo usó para referirse a los asesinatos misóginos. Su definición del término es “asesinato de mujeres por parte de hombres por el hecho de ser mujeres”.
Una de las formas más extendidas de femicidio en el mundo es el asesinato de la esposa, pareja, conviviente o la ex por parte de un hombre. Es la más común en nuestro país, y la razón por la cual el femicidio entró al código penal el 2010, en donde la condena puede variar de 15 años un 1 día a presidio perpetuo calificado, el cual quiere decir que la persona cumple 40 años de cárcel efectiva.
Usualmente, hay una correlación estrecha entre la violencia intrafamiliar y el femicidio. Los episodios de violencia van escalando en gravedad y frecuencia, hasta que derivan en el asesinato de la mujer. Las estadísticas muestran que en promedio, las mujeres agredidas demoran 7 años en realizar una denuncia. El 76 por ciento de los femicidios corresponden a mujeres que nunca denunciaron violencia intrafamiliar.
Hoy en Chile las cifras de violencia intrafamiliar y femicidios son abismantes: una mujer muere a la semana en manos de un hombre. Tan solo en el año 2010 se registraron 49 femicidios. A pesar de que este año las cifras de femicidios han disminuido alrededor de un 20% quedando una cifra no menor de 31 femicidios, solamente acá en Chile.
Juan Sánchez- Jefe Brigada de HomicidiosSin embargo esta realidad que se vive día a día no es solo nacional, sino más bien mundial: según la ONG Asociación Civil La Casa del Encuentro, cada 30 horas hay un femicidio en Argentina, cifra realmente abrumadora ya que a lo que va del año se registran 237 femicidios.
Sebastian Fortes- Subteniente de Carabineros
Hugo Ruiz- PDI brigada de delitos sexuales, niños y violencia intrafamiliar
Hugo Ruiz, jefe de brigada de delitos sexuales y menores, en donde también tratan la violencia intrafamiliar, al igual que Sebastián Fortes quien es Subteniente de Carabineros, añaden que la violencia sicológica posee un proceso: luna de miel, violencia sicológica y luego física. En la fase llamada “luna de miel” el agresor le pide disculpas a la víctima, la reconquista y viven un período de armonía para posteriormente volver a insultarla y después comenzar con los golpes.
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Paula Carvallo- testimonio mujer golpeada |
Paula ha seguido recibiendo dosis de cariño de Oscar. Él sigue engañándola. Con una, con varias. La llaman. La última es una expolola. Le dice a Paula por teléfono que Oscar la embarazó y tiene dos meses. Que no fue al trabajo, sino a verla a ella a Viña. Que le revise su billetera si no le cree: ahí van a estar los pasajes.
Cuando Oscar regresa, se va a costar en seguida. Está muy cansado. En la billetera, los pasajes. Paula lo encara.
Error.
Los golpes empiezan. La empuja hasta las escaleras. Por las escaleras. Abajo y hasta el fondo. Y atrás viene él. Con sus pies. Una y otra y otra vez. Paula aprende porqué los boxeadores ponen sus manos al costado de la cara. A la mala. Lo único en lo que piensa es en proteger su rostro y su cabeza, mientras las patadas la mantienen pegada al suelo. No le va a servir de mucho. La sangre de todas formas va a salir de su boca, nariz y oídos. Y va a quedar la fractura.
Es la última golpiza.
Paula sobrevive. Muchas otras como ella no...
Hoy, la mujer no se atreve a denunciar el hecho por temor a perder el sustento económico, a posibles represalias o simplemente porque en muchas ocasiones piensan que esto es un hecho normal. Muchas veces los vecinos y amigos de la víctima cumplen un rol fundamental ya que ellos son quienes realizan las denuncias y las sacan del entorno violento en que viven.
Carolina Pavez, jefa de atención ciudadana del Sernam Región Metropolitana, indica que muchas mujeres hacen la denuncia y en el periodo de luna de miel las retiran, porque no quieren perjudicar a su pareja. Lo cual hace más difícil la posible estadística de denuncias de violencia intrafamiliar que desemboca en femicidios. El 95 por ciento de los femicidios se produce bajo la ingesta de alcohol o drogas, y la mayoría de los femicidas tienen alguna patología mental la cual puede ser depresión endógena, bipolaridad, esquizofrenia, etc.
Las víctimas suelen seguir patrones de maltrato en su niñez o fueron testigos de violencia intrafamiliar en sus padres, por lo cual no ven la violencia como un hecho fuera de lo normal. Sernam está trabajando desde la juventud para informar y educar desde los pololeos en adelante y concientizar a las niñas y adolescentes que la violencia en sus relaciones no debe ser permitida.
Paula nunca denunció. No habló con nadie no por temor, sino por vergüenza. Ella recibía los golpes, ella era la víctima, ella sufría. ¿Y la vergüenza la sentía ella?
La salida se la dieron sus padres. Ellos intervinieron y la sacaron de ahí, luego de la última vez. Al principio, no podían creerlo. Oscar era tan callado, tan tranquilo.
Como Bruce Banner. Como Mike Tyson cuando duerme. Como el ojo de un huracán.
Se va. Para siempre. Recurre a los amigos que tiene en investigaciones. Vigilancia en su casa. Oscar no se acerca. Siempre hay una patrulla cerca. Su vida vuelve a empezar.
Paula pudo ser un número estadístico. Hizo todo lo que no se debe hacer. Nunca llamó, nunca denunció, siempre negó y ocultó. Y se mantuvo al lado de su victimario. Soportando. Esperando el cambio. Soñando con arar el viento.
Tiene suerte de respirar. De estar viva. 31 mujeres no fueron Paula este año.
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