Este fin de semana se inició la Cumbre de las Américas y el Caribe sobre Prevención de la Obesidad y de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles. Dicha instancia reunió a parlamentarios y profesionales de la nutrición de diferentes países. Al mismo tiempo, la familia de Claudia Alarcón (32) lloraba su partida, luego de una cirugía digestiva que le permitiría cumplir su sueño: bajar de peso.
Si bien, hay muchos planes para prevenir la obesidad, cuando el problema ya está presente, hay muy pocas posibilidades de revertirlo. ¿Qué opciones tiene una persona con obesidad mórbida, si cuando aún no perdía el control no tuvo la fuerza de voluntad para moderarse? ¿Qué hacer cuando la situación se escapó de las manos y la integridad física y psicológica están en juego? ¿Cómo se aprende a convivir con el exceso de peso en una sociedad que te discrimina por no calificar en los perfiles de belleza aceptables?
El problema, causas, medidas y pronósticos
Según las últimas cifras registradas en la Encuesta Nacional de Salud, el 67% de la población mayor de 15 años tiene exceso de peso. De estos casi 9 millones de personas, al menos 300.000 padecen obesidad mórbida. Cifra que se duplica cada un lustro.
La alerta es a nivel mundial. El índice de obesos se acrecienta aceleradamente y, con ello, aumenta la cantidad de hipertensos, diabéticos y personas con diversos problemas psicológicos.
En nuestro país es prioritario reaccionar frente la situación, ya que, como explica Camila Camps –Nutrición, Universidad Andrés Bello- “si no se logra controlar el problema, se estima que en pocos años más, al menos 6 de cada 10 chilenos sufran de sobrepeso”.
Las iniciativas pretenden resolver el conflicto apuntando a diferentes aspectos. El programa “Elige Vivir Sano” es el plan del Gobierno que busca modificar aspectos conductuales. Si bien, en algunos casos el sobrepeso se produce por agentes biológicos, mayoritariamente es provocado por malos hábitos alimenticios y sedentarismo.
Las consecuencias del exceso de peso no sólo afectan a la calidad de vida de las personas. Además de las múltiples enfermedades que podría provocar, los problemas psicológicos que surgen a partir de la estigmatización social y constante discriminación cobran cada vez mayor importancia.
Sergio Caris – Psicología, Universidad Bernardo O’ Higgins- afirma que “La obesidad produce muchas enfermedades. Dentro de ellas, las psicológicas son muy habituales. Nos desenvolvemos en una sociedad que valora los estereotipos, en la que la publicidad te bombardea con cuerpos perfectos, pero al mismo tiempo con comida chatarra. Muchos no logran convivir con ese contrasentido, el peso de sus cuerpos y el peso de la discriminación. Sobre todo, si cuando se ven obesos y quieren reaccionar, tienen muy pocas opciones de revertir la situación a esas alturas”.
Convivir con la carga
Cecilia Villavicencio (49) fue una víctima de la obesidad. Hasta los 26 años disfrutaba de una figura envidiable, la ansiedad comenzó a aumentar día a día y el placer de comer era cada vez más fuerte. Su progresivo aumento de peso fue evidente para los que la rodeaban, pero para ella, pasó desapercibido durante años; hasta que se vio con obesidad mórbida y dos hijos que habían seguido el mismo camino.
Cuando reconoció su condición, se dio cuenta de que pasaba la mayor parte del día comiendo. Además de hipertensión, hígado graso, hernias estomacales y un altísimo colesterol; su dependencia a la comida chatarra provocó trastornos psicológicos que dificultaban aún más la búsqueda de una solución.
Cuenta que en ese momento “Comencé a hacer un montón de dietas y nada me dio resultado, porque uno siempre sigue comiendo lo mismo y tú dices ‘mañana como menos’, pero resulta que al otro día dices exactamente lo mismo y no puedes controlar el comer en exceso. Cada día el cuerpo te va pidiendo más y se cae en un descontrol total”.
Visitó diferentes nutricionistas, con los que probó varios tipos de dietas. Intentó con la dieta de las proteínas, con dietas adaptadas a su grupo sanguíneo, terapias de hipnosis y nada dio resultado. Respecto a ello comenta que “después empiezas a caer en una depresión tremenda, porque no bajas ni siquiera 300 gramos, estás haciendo esfuerzos, pasas 15 días haciendo régimen, te pesas y al ver que bajaste apenas 200 gramos te da tanta rabia que te refugias en la comida”.
Luego de muchos intentos frustrados, concluyó que su única opción sería someterse a una cirugía digestiva. A pesar del miedo de someterse a ésta, el temor de no poder frenar las enfermedades que la aquejaban fue mayor. Cuenta que tomó la decisión “aún pensando en que psicológicamente no me iba a poder bloquear a la comida e iba a seguir comiendo igual”.
Después de visitar al médico cirujano y conocer las diferentes alternativas de cirugías digestivas, optó por la más radical: un bypass gástrico. Después de la intervención comenzó un proceso, física y psicológicamente, complejo. “Es un proceso súper difícil porque psicológicamente yo estaba preparada para seguir comiendo grandes cantidades, cosas con azúcar, comida chatarra… es un proceso súper difícil, pero te ves obligada a asumirlo porque tu organismo ya no lo resiste. En un comienzo tú comes 80 cc. y si se pasas una gota de más lo devuelves todo”.
Pero esas no fueron todas las dificultades, además, esta etapa de asimilación implicó nuevos desafíos, ya que “es un proceso que obligatoriamente tienes que asumir, primero con pataletas, con mal genio… porque te pones tremendamente mal genio por no poder comer. Muchas veces te encierras en el baño a llorar porque te da rabia no poder comer lo que comías antes, pero físicamente el organismo te obliga, porque es terrible cuando comes un poco más de lo que deberías comer. Te dan arcadas, no puedes respirar, sientes que te ahogas, te da una taquicardia tremenda… por una gota más de lo que debiste haber consumido”.
El primer mes de operación tuvo más de una dificultad, pero a cambio de ello, Cecilia perdió 17 kilos de la pesada carga que llevaba. En 4 meses había bajado más de 40 kilos, pero aún así no conseguía asimilar su delgadez, es más, afirma que “La ropa es lo único que te va indicando que bajaste de peso, porque de talla 50 bajaste a 44 y después a 38… pero yo me miraba al espejo y me seguía viendo gorda”.
Cuatro años después de la intervención y con 45 kilos menos, se siente completamente plena y cada día más segura de haber tomado una excelente decisión. A pesar de ello, la obesidad dejó huellas en su vida, puesto que constantemente siente “el temor de de sentir que comiste en exceso y te da miedo volver a ser gorda porque, si bien es cierto que yo me operé por un problema de salud, hoy día me doy cuenta de que es terrible ser gorda en una sociedad que te obliga a ser flaca, porque te discriminan, no te dan pega, la gente se ríe de ti en la calle… porque cuando tú ves una ropa bonita en una vitrina, entras y antes de que preguntes cualquier cosa te dicen ‘no, para usted no tenemos talla’… hoy día me siento súper bien porque puedo hacer muchas cosas que antes la gordura me limitaba”.
Hoy, mirar el asiento de la micro antes de sentarse para ver si cabía es parte de un pasado que seguirá presente para ella y toda su familia. No sólo ella vivió esta experiencia, sus hijos (22 y 19) también fueron víctimas de la ansiedad y se sometieron a un bypass gástrico. Producto de ello, el sufrimiento de Cecilia en sus años de gordura fue mayor, ya que no sólo debía lidiar con su peso, también con el de sus hijos.
Respecto a ello, cuenta que “yo creo que sufrí más que ellos, porque yo quería verlos delgaditos, atléticos y de repente me daba pena que fueran gordos y no poder controlarlo porque si ellos eran obesos, era culpa mía… era yo la que les metía comida y de una forma irresponsable al no darles cosas que los estuvieran alimentando bien”.
La gordura de Cecilia y sus hijos llegó a tal límite, que no les dejó otra opción que una cirugía. Es muy difícil bajar de peso con tantos kilos de más, sobre todo si el cuerpo pide la dosis a la que está acostumbrado y no logras controlarlo. Para gente con sobrepeso moderado, existe la opción de eliminar los kilos extras con una dieta hecha por un nutricionista y complementarla con deporte, pero ¿Para un obeso mórbido es tan simple? Además del bisturí, ¿Hay otra opción? ¿Qué se puede hacer con la obesidad y las enfermedades que ésta provoca cuando no se cuenta con los recursos para costear la intervención?
Las paradojas de la chatarra
Para la mayoría de la gente que sufre de sobrepeso, la comida chatarra es un elemento infaltable para dar sabor a sus vidas. Los locales de comida rápida colapsan y más del 80% de los clientes presenta un exceso de peso evidente.
El 30 de octubre, Mc Donald realizará una corrida femenina de 5 km. El evento se realizará en diferentes ciudades a nivel mundial y ha tenido gran preparación. Resulta bastante paradójico que sea esta empresa la que promueve tal tipo de iniciativas. Mc Donald es uno de los íconos de la comida chatarra y lugar frecuente para un alto porcentaje de obesos.
Lo más probable es que la mayoría de las asistentes al evento, no sean clientas del local. Quienes asisten a este tipo de eventos llevan vidas sanas, ajenas a comida tóxica y aferradas al deporte. Las clientas frecuentes de Mc Donald, están siendo discriminadas una vez más. Hoy, por uno de los contribuyentes a su exceso de peso y problemas de colesterol. Su local predilecto organiza eventos para el público que no consume en sus locales y ellas, evidentemente, tienen una limitación que les impide correr más de una cuadra sin alterar la respiración o, peor aún, muchas están al borde de la inmovilidad.
En la cuenta de facebook que se promociona la corrida, cargan videos aconsejando como seguir un entrenamiento previo y ¡Sorpresa! En ninguno de los instructivos de preparatoria aconsejan comer en Mc Donald, curioso ¿no?
Javiera Tobar V.