jueves, 20 de octubre de 2011

El fenómeno de las manifestaciones en Chile:

¿Moda o llegaron para quedarse?


Sólo este año, ya llevamos110 marchas autorizadas en nuestro país: Indignados, Católicos, Evangélicos, Zombie Walk, Movilh, entre otras.

 



Para comprender los sucesos que hemos ido presenciando y que Carlos Marx define como “conflicto social”, es preciso viajar en el tiempo para atajarnos en la época de transición del Gobierno Militar a la democracia. Surge entonces, entre el 89´y los 90´, un pacto social que detiene las movilizaciones en pos de poder alcanzar una democracia incipiente y una tranquilidad nacional. Es a partir de este contexto de congelamiento de las movilizaciones sociales, que entramos de lleno en el por qué ahora estalla esta eclosión de manifestaciones.

Volviendo a Marx, en su teoría del conflicto, plantea que a partir de 1950 “La teoría del conflicto está íntimamente vinculada a la teoría de los juegos y a los estudios y escuelas sobre negociación”, es decir, la articulación del poder. Así, no es casual la contención que se sostuvo en nuestro país en el periodo de la Concertación, y que hoy explota con furia en un Gobierno de derecha en forma de masa furiosa con variadas características.

Raúl Zarzuri, sociólogo








Hoy, bajo un marco de distintas crisis: familiar, educacional, religiosa y política, no queda otra que reconfigurarse y es la calle el lugar común, el elegido para hacer política - “La clase política se disoció de la realidad y la cotidianeidad de los sujetos”, dice Raúl Zarzuri, sociólogo director del Centro de Estudios Socio Culturales/Estudios del movimiento estudiantil y juvenil - y nos reímos todos cuando cita a Fito Paez con su temazo “cable a tierra”, aludiendo que al no tener esta conexión con el entorno, evidentemente la política queda fuera del alcance popular y esto hace que el poder, esté en manos de una elite que se reproduce constantemente sin ningún vínculo con la realidad, y por ende, hay un desencaje del sistema político con los ciudadanos.

A partir de lo anterior, hablan ellos mismos, los protagonistas del empoderamiento callejero: Catalina Bravo (Katona Katrina), Organizadora de Zombie walk y Alberto Roa, Secretario general del Movimiento Movilh.





Esta capacidad de manifestarse va en ascenso - sentencia Alberto Roa- Este fatídico vaticinio no está tan lejos de la verdad, porque las quejas contra el Estado responden a una nueva consciencia cívica de los chilenos, y de un orden mundial que bajo el entendimiento de nuevas concepciones democráticas, la gente va asumiendo el rol activo en distintas escenarios para convertirse en una fuerza colectiva con poder y capacidad para exigir.

Hay que replantearse las políticas públicas- propone a ojos abiertos Raúl Zarzuri- y cambiar el sistema binominal que hoy no nos representa. “Entramos entonces, en una tesis de ruptura generacional”, esta se manifiesta en varias dimensiones: tecnología, como nuevos medios de socialización que separa a los nativos digitales de los migrantes digitales; comprensión del concepto de democracia, los partidos aún tiene su estructura jerárquica mientras los jóvenes buscan mecanismos más populares que intentan involucrar en sus decisiones a la colectividad representada; y concepción política.

Estos grupos gritan a viva voz que existen otras formas de participar a las tradicionales. Esto instala una transversalidad en cuanto a la socialización y organización de estos grupos manifestantes, lo que se ha venido revelando fuertemente con el tema de los colectivos juveniles – dice Zarzuri, “proviene de una autonomía de dependencia, porque hoy la juventud tiene otras lógicas y la flexibilidad de estas es la que les permite una trayectoria reversible”. Esto quiere decir, que si bien pueden involucrarse con un movimiento, no significa que se casen con él.

Así, los grupos sistémicos y radicales que se juntaron para la movilización por la educación, o para Hidroaysén, o para los Indignados, algunos de estos con trayectoria y otros emergentes, no necesariamente llegaron para quedarse.

Bajo el eslogan “en la medida de lo posible”, de un Gobierno que pretendió instaurarse desde un discurso exitista, se instalan los conflictos sociales con demandas lógicas ante promesas incumplidas, aunque hay que comprender que este es un sistema heredado de 20 años de Concertación, donde nunca se replanteó el adjudicado del Gobierno Militar, hoy pasa la cuenta en necesidades básicas para los chilenos como lo es la educación y salud.

La rabia colectiva genera este empoderamiento de los jóvenes, que quieren participar desde otro lugar y no desde el sistema actual. Luego, mientras el país no avance en la homogenización de los estándares en la calidad de vida, vamos a pisar siempre la línea roja que activa estas movilizaciones.



Por Isabel Moraga, Karina Sánchez y Cristóbal Stevenson

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