jueves, 18 de agosto de 2011

El “lado B” de las manifestaciones estudiantiles

Abel Hernández atiende hace diez años el kiosco que pertenece a su familia hace cuarenta. Ubicado en el corazón de la capital, debe sufrir las consecuencias de los disturbios que acontecen frecuentemente en Plaza Italia. Desde que comenzaron las manifestaciones estudiantiles, ha perdido cerca de dos millones de pesos y aún no logra reparar el techo de su local.
Generalmente, los disturbios lo obligan a cerrar su negocio. En otras ocasiones, el “guanaco” no le da tiempo de guardar la mercadería y empapa hasta la última de las revistas. Debido a ello, las pérdidas son mayores, ya que los diarios y revistas sin portada no pueden ser devueltos a los distribuidores. Gracias a préstamos de familiares, ha logrado “cubrir los hoyos” que le ha provocado la disminución de sus ingresos.
La misma situación aqueja a Don Faustino, dueño de las Parrilladas Prosit,  Discoteque Bocaccio y Beer Bar. Quien, desde hace más de 30 años, debe afrontar pérdidas de gran magnitud luego de las protestas. Entre los tres locales gasta, aproximadamente, dos millones setecientos mil pesos mensuales en cuentas. Además de ello, debe pagar sueldos quincenales a sus treinta y seis empleados.
Las últimas revueltas, no sólo han impedido que su personal obtenga ganancias, también ha tenido que reparar las fachadas de sus locales en tres ocasiones, reponer la implementación que ha sido destruida cuando los manifestantes ingresan a los recintos y ver afectados los ingresos que, en días normales, se acercan a los seiscientos mil pesos y debido a las marchas se han reducido hasta doce mil pesos diarios.
Si bien, ambos están de acuerdo con las demandas estudiantiles, manifiestan su repudio hacia quienes se aprovechan del movimiento para delinquir, destruyen los negocios que han levantado con esfuerzo y contribuyen a exportar una imagen país indigna.

Javiera Tobar V
Andrea Pastene G

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