jueves, 3 de noviembre de 2011

El oficio de vender en una feria del libro

Es algo que se te pega

Por Leonardo Navarro, Francisca Reyes y Humberto Guerrero.

“Una vez scout, siempre scout”. Es un viejo dicho. Acá es lo mismo: una vez que trabajas en una feria del libro, vuelves a trabajar en la Feria del Libro de la Estación Mapocho. Es amor. Es odio. Es dineo. Son dos semanas y media de locura. De gente. De aglomeraciones y tiempos muertos. De mirar la cara de tus compañeros en las largas mañanas de la Jornadas Profesionales.
Jornadas profesionales: mañanas en las que un montón de libreros acuden a charlas sobre temas que requeteconocen para reafirmar nociones que ya tienen. Como que se mantenga el Iva al libro. Mañanas en que editores se van a mirara las caras y hacer gestos de amistad mientras por dentro esperan que al otro no le vaya tan bien como a ellos. Mañanas en las que a veces se discuten cosas novedosas, mientras los vendedores languidecen esperando que alguien salga de las charlas y justiique sus presencias en el stand. Porque las jornadas profesionales empiezan a las 9, y esos seguirán saliendo a las 10 de la noche.
Pero sigues ahí. Porque te gustan los libros. Porque te acostumbraste al ritmo loco por sólo dos semanas. Porque la plata igual compensa. Porque te entretiene poder hablar de vez en cuando con algún cliente locuaz al que le gustan los libros también. Porque lo necesitas.

Si no tegusta, mejor no lo intentes. Si no soportas a la gente, esto no es para ti. Si no crees poder aguantar  a colegiales gritones en visitas guiadas de colegios, mejor claudica. Si no puedes vigilar a un montón de gente junta en un pequeño stand, con libros en las manos, sin que puedas saber quienes van a comprar y quienes pueden robar, olvídalo. Porque robarán. Porque gritarán. Porque tus jefes no siempre son simpáticos, y a vces tampoco le importan los libros. Porque lo que interesan son las VENTAS. La feria son Números. La fiesta del libro es la fiesta de la compra de libros. Las actividades son para vender más. Todo es el negocio.
El negocio no es malo per se. Pero el negocio está mal diseñado. Está mal trabajado. y lo saben, pero no les importa. Porque los lectores reclaman una y otra vez por el precio de los libros en la Feria, por el precio de la entrada a la Feria, por la falta de ofertas en la Feria. Tienen razón. En cada punto. Pero los lectores igual compran. Tú igual trabajas. Ellos compran y tú ganas, y lo que quede en medio da igual.

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